Porque nunca quise ser princesa...
Desde pequeña, una de mis mayores ilusiones era que me regalaran libros, me encantaba verlos antes de aventurarme a leerlos, olerlos ya que la mayoría olían a nuevo, y observar los dibujos o las fotos que contenía intentando imaginarme de qué trataría el libro. Por esa misma razón, nunca pasó un cumpleaños, un santo, unos reyes, etc sin que me regalaran algún libro independientemente de que viniera acompañado, y así ordenando esta mañana la habitación, me dí cuenta de que aún conservo muchos de estos libros que la mayoría eran cuentos. Entre ellos hay uno de Hans Christian Andersen , que siempre me gustó leer porque eran varios en uno "El elfo del rosal", "El patito feo", "el soldadito de plomo""los zapatos rojos","Juan el bobo" "Pulgarcita", etc.
Sin embargo, quiero compartir con vosotros el de "La princesa del guisante" , sobretodo por un personajillo que me lo recuerda todos los días XDD :*
Érase una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero que fuese una princesa de verdad. En su busca recorrió todo el mundo, mas siempre había algún pero. Princesas había muchas, mas nunca lograba asegurarse de que lo fueran de veras; cada vez encontraba algo que le parecía sospechoso. Así regresó a su casa muy triste, pues estaba empeñado en encontrar a una princesa auténtica.
Una tarde estalló una terrible tempestad; sucedíanse sin interrupción los rayos y los truenos, y llovía a cántaros; era un tiempo espantoso. En éstas llamaron a la puerta de la ciudad, y el anciano Rey acudió a abrir.
Una princesa estaba en la puerta; pero ¡santo Dios, cómo la habían puesto la lluvia y el mal tiempo! El agua le chorreaba por el cabello y los vestidos, se le metía por las cañas de los zapatos y le salía por los tacones; pero ella afirmaba que era una princesa verdadera.
"Pronto lo sabremos", pensó la vieja Reina, y, sin decir palabra, se fue al dormitorio, levantó la cama y puso un guisante sobre la tela metálica; luego amontonó encima veinte colchones, y encima de éstos, otros tantos edredones.
En esta cama debía dormir la princesa.
Por la mañana le preguntaron qué tal había descansado.
- ¡Oh, muy mal! - exclamó -. No he pegado un ojo en toda la noche. ¡Sabe Dios lo que habría en la cama! ¡Era algo tan duro, que tengo el cuerpo lleno de cardenales! ¡Horrible!
Entonces vieron que era una princesa de verdad, puesto que, a pesar de los veinte colchones y los veinte edredones, había sentido el guisante. Nadie, sino una verdadera princesa, podía ser tan sensible.
El príncipe la tomó por esposa, pues se había convencido de que se casaba con una princesa hecha y derecha; y el guisante pasó al museo, donde puede verse todavía, si nadie se lo ha llevado.
6 comentarios
ADRIANA -
Mari Carmen -
PdelG -
El personajillo -
Bueno princesa gris ... se despide un guisante debajo de mil colchones ... serás capaz de notarlo ?
Aradalion -
(Acabo de llegar, pero volveré)
Mr. Majestic -